La industria de la aviación comercial está recuperando su dinámica habitual tras la pandemia y parece estar más activa que nunca. Las compañías aéreas han insistido durante los últimos meses en la existencia de una demanda latente de viajes en todo el mundo y el número de reservas durante las últimas semanas les está dando la razón. La gente quiere recuperar el tiempo perdido y se avecina un verano de muchos viajes. Una tendencia al alza que parece tendrá continuidad a partir de otoño después de la temporada estival. Hay un optimismo generalizado en el sector y parece empezar una buena etapa para ser azafata y auxiliar de vuelo una oportunidad de estabilidad y desarrollo profesional.
Estar en el momento justo y en el lugar adecuado es una de las mejores maneras de empezar a lograr un objetivo. Para eso hay que tener iniciativa y salir a buscar las ocasiones. Y si hay un buen momento para formarse y desarrollarse como tripulante de cabina de pasajeros es ahora, después de una pandemia mundial que ha reiniciado el mercado. Tras los ciclos de crisis llegan las oportunidades y el sector aéreo está en plena recuperación.
Se trata de una realidad que también se palpa en la parte formativa del sector. En las escuelas de tripulantes de cabina de pasajeros el número de solicitudes de información vuelve a las cifras previas de la pandemia. La formación va a ser ahora más importante que nunca y las aerolíneas, en pleno proceso expansivo, van a tener muy en cuenta dónde se han titulado los candidatos que se presenten a sus procesos de selección de personal.
En el centro que Air Hostess tiene en la Calle Rubine 31 el optimismo se ve en las expresiones de las 12 azafatas y auxiliares de vuelo que acaban de formalizar su titulación hace escasamente unos días. O en los 11 futuros tripulantes de cabina de pasajeros que actualmente se están examinando para obtener la suya. Tras 26 años formando de manera continuada a varias generaciones de TCPs, esta escuela coruñesa, con 22 centros en toda España, conoce perfectamente el sector y sabe que está empezando un ciclo de crecimiento que las futuras azafatas y auxiliares de vuelo deben aprovechar.
Una de las flamantes tituladas en Air Hostess de A Coruña, Daniela Leaño (22 años), asegura, con su titulación y su licencia de vuelo recién expedidas en la mano, que su expectativa es empezar a trabajar pronto: “Me siento muy capacitada. Salgo con la idea de comenzar a volar cuanto antes”, afirma. Terminar la formación con un nivel tan alto, en una escuela con prestigio y experiencia contrastadas y en un contexto de crecimiento son motivos más que suficientes para tener ilusión y muy buenas perspectivas laborales.
Tras la pandemia, las aerolíneas tienen que rearmarse y ampliar sus plantillas de azafatas y auxiliares de vuelo. La crisis sanitaria ha mantenido sus flotas y tripulaciones en tierra durante meses y la vuelta a la operatividad les obliga a iniciar procesos de selección en busca de diferentes perfiles. Con experiencia en algunos casos, pero también se fijan en nuevos titulados que estén bien formados y preparados para ejercer sus responsabilidades en el avión desde el primer momento.
En los procesos de selección de estos perfiles las compañías buscarán la garantía del centro donde se hayan formado, sabiendo que cuanto mejor sea el centro mejor rendimiento inmediato podrán obtener de sus nuevos auxiliares de vuelo. Los responsables de selección de personal del sector conocen perfectamente las escuelas y saben qué recursos y programación ponen a disposición de su alumnado. El prestigio del centro y la calidad de sus contenidos curriculares serán elementos diferenciales a la hora de fichar a los nuevos tripulantes de cabina de pasajeros.
Los factores que tienen en cuenta las aerolíneas para determinar la calidad de un centro son diversos. Se pueden establecer 2 grandes ejes: la trayectoria y experiencia formativa de la escuela y los recursos que pone a disposición del alumnado para desarrollar los contenidos prácticos.
La experiencia del centro es un valor añadido aunque, evidentemente no es un factor diferencial por sí mismo y es necesario acompañarlo de otras virtudes. Pero resulta incuestionable que cuantos más años lleve una escuela formando gente, mayor número de profesionales tendrá volando en compañías a lo largo del mundo con su sello en los diplomas. Y las aerolíneas tendrán además un historial mucho mayor de TCPs como referencia para analizar y evaluar la escuela. Es habitual, por otra parte, que muchos de los técnicos de selección de las compañías que participan en la hayan estudiado en los mismos centros que el candidato al que están valorando. En este sentido, Air Hostess cuenta con 26 años de experiencia y 22 centros en toda España, y es conocida en el sector por el nivel de preparación que tienen sus alumnos nada más titularse. Hay que recordar que un TCP no hace prácticas en vuelo, en cuanto se sube al avión debe asumir la responsabilidad sobre el pasaje, por lo que un principiante bien formado es un gran valor para una compañía.
Esa capacidad de los nuevos tripulantes de cabina de pasajeros para asumir las responsabilidades sobre el pasaje debe ser entrenado durante la formación. Por eso resulta clave la cantidad y calidad de recursos que las escuelas ponen a disposición del alumno durante el curso. La parte práctica de la programación es fundamental y está determinada principalmente por la calidad de las herramientas de las que dispone la escuela. En este punto sobresale la figura del simulador, el lugar donde el alumno de verdad adquiere los mecanismos y habilidades que le permitirán asumir sus responsabilidades en su entorno de trabajo: en un avión cargado de pasaje a 30.000 pies de altura. Es muy importante que la escuela cuente con un simulador en sus instalaciones para que la futura azafata o auxiliar de vuelo trabaje allí el mayor tiempo posible. Y no solo eso, es igualmente fundamental que el simulador esté homologado y reproduzca fielmente las características de una aeronave.
Air Hostess cuenta en su espacio de A Coruña con un simulador que es una réplica exacta de un avión comercial. Con puerta presurizada, rampa de evacuación, asientos reglamentarios, habitáculos para equipaje, mascarillas de oxígeno antidespresurización, baño, y todos los detalles de la zona de pasajeros. Y también de la zona de tripulación, con cocina, armarios de almacenaje, dispositivos de comunicaciones y todos los elementos necesarios para que el alumno pueda hacer exactamente lo mismo que hará para la compañía donde trabaje.
Para ser tripulante de cabina de pasajeros hay que tener vocación. Estar dispuesto a vivir volando, con horarios variados, moviéndose constantemente a través de meridianos y paralelos, y relacionándose a diario con nuevas personas de diferentes culturas. Un trabajo estimulante que siempre ha tenido un gran magnetismo, fruto de toda la iconografía que se generó a partir de la era dorada de la aviación comercial a mediados del siglo XX.
Pero también es una profesión con una carga de compromiso muy grande ya que la azafata de vuelo tiene total responsabilidad sobre su pasaje, al que tiene que prestar auxilio llegado el caso. En este sentido, es una carrera profesional más técnica de lo que puede parecer y requiere conocimientos muy específicos sobre situaciones y elementos muy concretos.
Dentro de la evidente satisfacción y alegría que mostraban los TCPs recientemente titulados en A Coruña, había expresiones que denotaban responsabilidad. Daniela Leaño reconocía haberse sorprendido con la contundencia de los contenidos del curso: “No solo debemos atender al pasajero, tenemos responsabilidad sobre él”, afirma con su título en la mano antes de añadir: “No me lo esperaba… ¡Hasta defensa personal hemos aprendido!”.
Su compañera Tisiana Vázquez, también de A Coruña y de 17 años, asiente antes de hablar de sus expectativas: “Para mí es un sueño poder dedicarme a esta profesión. Quiero empezar a crecer, desarrollarme profesionalmente y ser independiente y feliz”, zanja. Y lo dicen con optimismo porque han salido muy preparadas de la formación y el mercado está buscando perfiles como los de ellas.
La industria de la aviación comercial está recuperando su dinámica habitual tras la pandemia y parece estar más activa que nunca. Las compañías aéreas han insistido durante los últimos meses en la existencia de una demanda latente de viajes en todo el mundo y el número de reservas durante las últimas semanas les está dando la razón.
Compartir:© Air Hostess - A Coruña - Alcalá de Henares - Alicante - Baleares - Barcelona - Bilbao - Ciudad Real - Gijón - Huelva - Las Palmas - León - Lugo - Madrid - Murcia - Málaga - Ourense - Oviedo - Pamplona - Santander - Santiago - Sevilla - Tenerife - Toledo - Valencia - Vigo - Zaragoza