Mi oficina está en las nubes.
Son las 7:30 de la mañana. Salgo a la calle y veo a un montón de gente corriendo de un lado a otro.
Hay ruido de coches, de tacones corriendo por la acera. Oigo comentarios sobre la prima de riesgo, sobre la tasa de paro y sobre lo difícil que es aparcar en esta ciudad.
La gente va y viene. Unos corren desesperados por no llegar tarde al trabajo. Otros van con la cabeza agachada, se cuelan por la boca del Metro y desaparecen entre la multitud.
Hay una pareja de chicas que discuten por quién se tomará las vacaciones durante el mes de septiembre, y el chico de traje se afloja la corbata mientras canturrea algo que sale de su Ipod.
Yo también entro en la estación de Metro y me doy cuenta de que pocas personas sonríen a estas horas de la mañana. Me pregunto si es porque el sueño todavía acecha entre ellos, si son felices en su trabajo o si al menos tienen trabajo.
Como cada día, me subo en mi parada y tomo el tren que me lleva a mi trabajo.
Al igual que las personas que viajan en mi vagón, yo también he madrugado y todavía me quedan unas cuantas horas por delante. La diferencia es que yo estoy deseando llegar a mi oficina. Pero mi oficina no es como las demás:
mi oficina está en las nubes.
Sí, lo habéis adivinado.
Soy TCP. Soy azafata de vuelo desde hace casi seis años y
yo trabajo volando.
Vivo cada vuelo como si fuera el primer día y me siento afortunada por tener un trabajo que es mi verdadera vocación.
Cuando veo a la gente correr de un lado a otro con esas caras de "qué-poco-me-gusta-mi-trabajo" me doy cuenta de que el día en el que decidí ser azafata de vuelo y me apunté a la
escuela de TCP's, fue una decisión acertada. Quizá fue la mejor decisión que he tomado en mi vida hasta el momento.
Mi trabajo es agotador. He tenido que renunciar a muchas cosas por seguir mi carrera, pero siento que esto es lo que quiero hacer de verdad. Ya no tengo fines de semana, ni cumpleaños, ni festivos. Pero disfruto de mis compañeros, de las puestas de sol en el
avión, de los paisajes, de los hoteles, de las ciudades que visito y sobre todo de mis
pasajeros.
Me gusta mi trabajo.
Me gusta tener una oficina en las nubes desde la que os voy a ir contando y acercando a mi trabajo como
azafata de vuelo.
¿Te animas tú también a alquilar una ofi en las alturas?