Ayer, mientras Carla y Amar nos contaban la historia de su pasión por la aviación y posaban para las fotos de este artículo, nos dimos cuenta de que entre ellos había una relación de amistad especial. No dejaban de sonreír y transmitían un "buen rollo" especial.
"Es que conectamos muy bien en el curso. Durante estos meses nos hemos tomado mucho cariño", me decía Carla.
Han sido compañeros de estudio. Se han apoyado mutuamente, se han dado ánimo en los exámenes, se han tranquilizado en los momentos más estresantes y ahora se llevan una bonita amistad.
Amar llegó al mundo de la aviación casi por casualidad y ahora se ha convertido en una parte importantísima de su vida. Nos cuenta que su primer vuelo lo hizo con dos semanitas de vida. Vamos, ¡él si que es un pasajero precoz!
En los planes de Amar no entraba lo de dedicarse al mundo de la aviación hasta que su madre se lo propuso, motivada por una paciente suya que había sido TCP y que ahora prepara a futuros tripulantes en la escuela de Air Hostess Coruña.
Decidió matricularse y se enamoró de... bueno, se enamoró del curso en general. Desde el primer día en el que se puso el uniforme de la academia, se sintió como un auténtico TCP. Su maletín de ruedas, el traje, la corbata...Nos cuenta que vivía cada clase y cada tema nuevo que aprendía con total pasión. Al principio creía que era por la novedad, pero poco a poco se fue dando cuenta de que aquel mundo era "su mundo".
Hace un poco más de un mes que Amar terminó el
curso de tcp y ahora espera "sin prisa pero sin pausa" que empiecen a llegar las entrevistas. Mientras tanto sigue trabajando en Ikea y mantiene muy buena relación con sus compañeros.
Cuando le pregunto por ellos me dice que el ambiente en el curso era bueno, que como siempre hay gente con la que congenias mejor y peor, pero que eso es lo que te encuentras en la vida real.
Si le preguntamos qué es lo que más le ha gustado del
curso de tcp, su respuesta es clara: ¡todo! pero sin duda guarda muy buenos recuerdos de las prácticas en el
simulador, de la extinción de incendios y de las prácticas de salvamento y supervivencia.
Su puntito débil estaba en la prueba de piscina. Aunque al final conseguía nadar los 100 metros exigidos en el tiempo permitido, reconoce que el primer día fue un desastre, tirón incluído.
- Amar, ¿me cuentas una anécdota del curso?
- Hubo varias, pero me quedo con la del simulador. Estaba sentado en mi asiento y en el bolsillo de delante había una notita que decía: "Air Hostess Coruña, ¡os queremos conocer!"
Buen rollo entre escuelas. Así da gusto, ¿verdad?
Carla lo tenía claro desde pequeña. Su vocación era la de ser tcp y siempre le atrajo el mundo de la aviación en general. Tuvo que desplazarse para hacer el curso, ya que en Ponferrada, la ciudad en la que ella vive, no hay ningún
centro de formación para tcp's. Nos cuenta que al principio dudó entre desplazarse a Coruña o a Oviedo, dos de las ciudades en las que Air Hostess tiene escuelas, pero que como "le tiraba" más Galicia, se decidió por la primera.
Para hacer la sesión de fotos y esta pequeña entrevista, Amar, Carla y yo estamos sentados en la cafetería del mirador de Alvedro, desde donde tenemos una vista espectacular del aeropuerto.
Son las 13.35 y un avión de Iberia acelera por la pista en carrera de despegue. A Carla se le iluminan los ojos y por un momento me da la sensación de que su mente la ha transportado a ese vuelo y es una más de la tripulación. Cuando el avión despega, me cuenta que echa de menos el curso, a sus compañeros, a los profesores. Echa de menos ponerse el uniforme todos los días y... bueno, lo que no echa tanto de menos es eso de maquillarse a las 8 de la mañana.
Hace un mes que ha terminado el curso, y con su certificado de tcp en la mano, se marcha seis meses a Dublín para perfeccionar su inglés.
- Prefiero mejorar el idioma primero y después empezar con las entrevistas. Si tuviera que elegir una compañía para trabajar, me quedo sin duda con Iberia Express.
Carla es un torbellino de fuerza y alegría y me dice que no tiene ningún problema en marcharse a vivir fuera. Amar asiente y coincide con Carla.
Cuando le pregunto por alguna anécdota, me cuenta que el día de la prueba de piscina ¡se olvidó el bañador!
- ¿Cómo te pudiste olvidar el bañador? -le pregunto entre risas -
- Ese día también se hacía el exámen de recuperación de teoría. Uno de mis compañeros, Luccas, se presentaba a la recuperación y yo me puse tan nerviosa por él que me olvidé completamente de mi bañador. ¡Menos mal que una compañera me prestó el suyo para hacer la prueba!
Esa prueba de natación que también le costó al principio del curso, pero que al final pasó sin problemas.
Carla se queda con los días que les tocaba simulador. Estamos seguros que la próxima vez que cierre una puerta del avión, no será en un simulador, será en un avión "de verdad".